CAPÍTULO
9.
La hora del final.
A pesar de sentirnos seguros a lo alto de la colina ya que
Richard no sabía dónde nos encontrábamos, decidimos hacer guardias por si
acaso. A mí me tocó la primera guardia, y para “desgracia” me tocó con Héctor,
cuando se durmieron todos, nos quedamos cada uno en un punto del perímetro de
guardia, pero quise acercarme a él para solucionar las cosas, pero me rechazó y
me dijo que no quería hablar conmigo del tema y que le dejase en paz, yo
decepcionada le hice caso y no hablé con él. Claus que lo escuchó y vio todo
sacó una sonrisilla y se acercó a mí, cuando ya estaba lo suficientemente cerca
me besó y a continuación dijo –Ahora sí que sé lo que te sucede y quería que
supieras que aquí me tienes en las buenas y en las malas y me gustaría ser algo
más que tu amigo cuando pase todo esto- Tras estas palabras se dirijió a la
parte donde estaba anteriormente durmiendo t continuó descansando. Me quedé
perpleja y supe que Héctor había presenciado la escena pero no quiso decir
nada.
Pasaron dos horas sin ningún tipo de amenaza, pero comenzamos
a escuchar gritos que provocaron que se despertaran todos. Los gritos provenían
del pueblo, con lo cual nos acercamos rápidamente a echar un ojeada, lo único
que veíamos era mucho humo y lo que parecía ser un hoguera. Los gritos no
paraban de sonar y cada vez con más frecuencia y más altos. Un grupo de hombres
lobos decidieron acercarse para ver de qué se trataba, el resto nos quedaríamos
esperando su llegada impacientes porque no entendíamos que, de no oírse nada en
el pueblo, prácticamente como si estuviera desierto a oír gritos y a ver una
fogata era muy extraño.
Pasó una hora y aún no habían regresado, nuestra
preocupación iba en aumento y los gritos no paraban de penetrar nuestros oídos,
pero no podíamos mandar a más gente por si les perdíamos. Un cuarto de hora
después les vimos aparecer al final de la colina donde nos encontrábamos, pero
se desplomaron al suelo, bajamos rápidamente y uno de ellos antes de morir nos
contó a duras penas que estaba realizando el sacrificio de une bruja y que les
había descubierto y atacado sin pensarlo. Al decir sacrificio de una bruja
enseguida pensé que se trataba de Caroline
y que Richard se estaba vengando, y, efectivamente, era ella.
Nos sentíamos culpables de la muerte de nuestros amigos,
pero por una parte no pensábamos mucho en ello ya que mañana nos vengaríamos
por ellos y nos tendríamos que centrar más en eso. Amaneció nublado y con muy
pocos rayos de Sol iluminaban el paisaje, estuvimos preparando todas las armas
e hicimos los últimos entrenamientos para enfrentarnos de una vez a aquella
persona que la tenía tantas ganas… a Richard.
Comenzamos a descender de la colina y, en cuanto llegamos al
pueblo empezaron a rodearnos más vampiros y hombres lobo. Richard nos había
tendido una trampa, supongo que sabría que habíamos reclutado a hombre lobo
pero… ¿cómo?. Me dirijií hacia él completamente seria y segura y segura de mí
misma y añadí –No nos asustas, nos hemos estado entrenando y créeme, no tienes
ni idea de las ganas que tenemos todos en acabar contigo-
Él comenzó a reírse e hico un comentario que me sorprendió –
No hace falta que os tengáis que vengar todos de mí, os voy a dar la
oportunidad de vengaros sin que tengáis que morir y combatir todos, serás tú,
April la que se bata en duelo conmigo hay así toda esta gente no tendrá que morir,
¿qué te parece?-
Sorprendida miré a todos y acepté el reto porque una cosa
estaba clara, lo que menos quería es que murieran todos por mi culpa, así que
por ese motivo acepté. Héctor vino hacia mí corriendo y exclamó -¡No puedes
hacer eso! Sabes mejor que nadie que nunca le podrás ganar y que acabarás
muriendo tú, no puedo dejarte hacer esto, no quiero que mueras April, yo… te
quiero-
Sus palabras fueron lo más bonito que me habían dicho nunca,
pero le dije que tenía que hacerlo porque no podía dejar que todos murieran por
su culpa sabiendo que les pudo salvar.
Me dispuse a subir a la plaza, ya que ese iba a ser el
escenario de la disputa, pero antes de subir Clara me agarró el brazo y me
abrazó fuertemente. Pude ver que todos habían ido a apoyarme y que en primera
fila estaba Héctor, Clara y Alberto, justo lo que necesitaba ver en esos
momentos, pero a pesar de todo lo que había pasado no vi a Claus, cosa que me
extrañó mucho.
Una vez estaba arriba Richard comenzó a hablar y dijo
–Bienvenidos todos y todas a la mayor disputa que ha visto este pueblo, el
juego será limpio, sin ningún tipo de magia ni de ayuda por parte de otra
persona, ¿entendido?, dicho esto y con todo aclarado, que comience la lucha-
Seguidamente se acercó a mí y se susurró al oído –Suerte, espero no hacerte
mucho daño cuando te haya hecho pedacitos-
Cuando comenzó yo empecé más fuerte que él y le ataqué
varias veces dejándole un poco débil, pero enseguida volvía estar normal, cosa
que no entendía porque no valía brujería y sabía que la estaba utilizando.
Pasaron varios minutos y seguíamos igual, solo que yo estaba cada vez más y más
débil y no podía aguantar más, entonces fue cuando él comenzó a atacarme.
Estaba demasiado débil y apenas sin poder mantenerme en pie pero lo único que
escuchaba era a Héctor gritándome que me levantase que, para ser sincera, lo
único por lo que me sostenía era por él y la fuerza que me transmitía.
Me lanzó un puñetazo que me derribó, ya sabía que era mi
fin, pero de repente, antes de que me diera el golpe que me mataría saltó
Héctor a la plaza y comenzó a pelear junto a él. Héctor era más poderoso que
Richard y le tumbó en varias ocasiones, la última de ellas, consiguió dejarle
inconsciente y decidió acabar él mismo con Richard. Tras esto vino a socorrerme
y a decirme que ya todo se había acabado, todas mis pesadillas se habían
desvanecido porque Richard ya no estaba en éste mundo y todo gracias a Héctor que
había venido a socorrerme.
Me agarró con sus brazos y me dijo que ya nunca más se iba a
separar de mí, todo esto tras pedirme disculpas por todo lo que había sucedido
entre nosotros, pero le dije que la que le tenía que pedir disculpas era más
bien yo y que no, nunca más nos separaríamos.
Se acercó a mí y justo cuando me iba a dar un beso nos
clavaron una espada en el corazón, para nuestra sorpresa fue Claus y es que su
padre era Richard y nos había estado mintiendo todo este tiempo. Caímos al
suelo y tras soltar los últimos soplos de nuestros corazones fallecimos
agarrados de la mano semejante a Romeo y Julietta.
Si tengo algo claro de la vida es que nunca es como te la
esperas y que los finales felices sí que existen, aunque sea hasta el final
lucha por tus sueños, porque si algo he aprendido es que el que no apuesta nuca
gana.
FIN